The world of eating disorders research is vibrant and ever-changing. This issue includes some new features we think you will like, including easier access to articles and a new format that better summarizes articles and provides references and websites.
The longtime use of body mass index, or BMI, has been challenged by some, as seen in the article elsewhere in this issue comparing the use of BMI and a newer technique that measures the percentage of body fat (BF%). BMI is widely used, yet has been shown to inaccurately predict all-cause and cardiovascular deaths in young patients. It cannot distinguish between lean tissue and fat mass, and it fails to account for age, sex, muscularity, ethnicity, or body frame. BMI also reinforces cultural and clinical assumptions about weight and health that can stigmatize higher-weight individuals and overlook those with eating disorders who are not living in smaller bodies. While BF% is more accurate, it is not yet cost-effective or as widely available as BMI. Elsewhere in this issue, also see the Question and Answer article on the pros, cons, and cautions of using ketamine, and an article that formulates new ways to view relapse and “recovery.”–MKS
Del otro lado del escritorio
El campo de la investigación sobre los trastornos de la conducta alimentaria es dinámico y se encuentra en constante transformación. Este número incluye algunas novedades que creemos que te gustarán, como un acceso más sencillo a los artículos y un nuevo formato que resume mejor los artículos y proporciona referencias y sitios web.
El uso prolongado del índice de masa corporal, o IMC, ha sido cuestionado por algunos, como se puede ver en el artículo de este mismo número en el que se compara al IMC con una técnica más novedosa que mide el porcentaje de grasa corporal (BF%, por sus siglas en inglés) El índice de masa corporal (IMC) se utiliza ampliamente; sin embargo, se ha demostrado que predice de manera inexacta la mortalidad por todas las causas y la mortalidad cardiovascular en pacientes jóvenes. El índice de masa corporal no discrimina entre tejido magro y masa grasa, y omite variables relevantes como la edad, el sexo, la muscularidad, la etnicidad y la complexión corporal. Asimismo, el índice de masa corporal refuerza supuestos culturales y clínicos acerca del peso y la salud que pueden generar estigmatización en individuos de mayor peso y pasar por alto a aquellos con trastornos de la conducta alimentaria que no presentan cuerpos pequeños. Aunque el porcentaje de grasa corporal constituye una medida más exacta, todavía no es costo-efectivo ni se encuentra tan extendido como el índice de masa corporal. Este número incluye además un artículo en formato de Preguntas y Respuestas acerca de los beneficios, riesgos y precauciones del uso de la ketamina, junto con un trabajo que plantea nuevas perspectivas para comprender la recaída y la “recuperación”–MKS